Por: Santiago Andrade León
junio 4 de 2020
“El camino que heredamos, del que se ha escrito poco, pero se practica hasta el día de hoy en nuestros pueblos indígenas y mestizos de América del Sur, es un sinnúmero de prácticas espirituales que nos llevan a conocernos, a encontrar la armonía entre la comunidad, la naturaleza y el cosmos; pensando bien, sintiendo bien y obrando bien.”
La cultura milenaria de nuestros pueblos aborígenes andinos no ha desaparecido, es nuestra forma de vida. Sus enseñanzas están presentes en nuestra cotidianidad, las aplicamos y practicamos como nuestro culto. En nuestras sagradas ceremonias celebramos nuestra vida y consagramos nuestras relaciones, renovamos nuestra energía y aprendemos el sagrado oficio del médico tradicional. Vivimos de manera amable con la naturaleza porque la reconocemos como nuestra madre, como nuestra familia.
Los ancianos, cabezas espirituales de nuestros pueblos, aún están vivos y de ellos hemos aprendido el camino al conocimiento, la manera de conducir las experiencias espirituales, los cantos y el ceremonial, que nos identifica como hijos de la Tierra. Nuestro camino nos acerca a la naturaleza y nos enseña a respetarla como a nuestra propia familia.
El camino que heredamos, del que se ha escrito poco, pero se practica hasta el día de hoy en nuestros pueblos indígenas y mestizos de América del Sur, es un sinnúmero de prácticas espirituales que nos llevan a conocernos, a encontrar la armonía entre la comunidad, la naturaleza y el cosmos; pensando bien, sintiendo bien y obrando bien.
El Sumak Kawsay es el paradigma del buen vivir, de la vida plena y en armonía. Sus principios sencillos y claros han construido un camino hacia el conocimiento interior, hacia el desarrollo de la expresión artística como la manifestación del espíritu creador y hacia el estudio y conocimiento de las plantas, los animales y de las fuerzas naturales como medios de curación. La creación es un acto consciente, es la energía presente en todo el material del cual estamos hechos todas las formas de vida. La práctica de nuestras costumbres nos ligan con nuestro origen, con nuestros principios.
El Sumak Kawsay reza en su esencia el cuidado de nuestra relación con todo lo existente, habla de la necesidad de conectar otra vez nuestro pensamiento con nuestro sentimiento y nuestra voluntad para que podamos encontrar la integridad que se necesita para servir a la familia. Este camino de conocimiento es un compromiso de vida, para quienes deciden caminar en la no violencia profesa en estas enseñanzas. Este compromiso es el inicio en el camino, para formar y enseñar las prácticas y ceremonias de nuestros pueblos andinos. El compromiso es un acto consciente y libre, así como lo es el espíritu de la creación.
Nuestra primera relación a cuidar es con nuestra propia palabra. El vivir acorde a estas enseñanzas nos permite conocer y conocernos a profundidad en el pensamiento, los sentimientos y poder tomar buenas desiciones para tomar acción y crecer. El cumplimiento de las enseñanzas, más el aprendizaje con los curanderos guías, consagra a las personas como médicos tradicionales, hombres y mujeres de conocimiento, líderes espirituales de las comunidades, al servicio de la salud, el bienestar y el conocimiento individual y colectivo.
Estas prácticas tradicionales, nuestras celebraciones en concordancia con el movimiento y los tiempos de la Tierra, mantienen viva nuestra cultura y son de amplia congregación en nuestras comunidades. Están presentes y actuales gracias a la cadena de herencia, a la transmisión verbal y de convivencia, que no se ha roto a pesar de su persecución y prejuicio en otros tiempos. Nuestra cultura ha aceptado los cambios y el sincretismo que nos ha permitido sobrevivir. Ha ido mas allá de identificar lo que nos diferencia. Nuestras enseñanzas nos exigen encontrar el vínculo que nos pondrá en paz, lo que nos junta como familia, como humanidad.
Independientemente de cómo fue la historia de nuestras familias indígenas y mestizas de América, nuestra tradición ha permanecido gracias a que los principios de identidad y sabiduría nativa, se han conservado en un proceso de transmisión oral y vivencial de nuestros medicos tradicionales. Han sido los curanderos tradicionales los que han conservado, practicado y vivido los principios del Sumak Kawsay.
“El entendimiento es quien nos guía, el poder el quien conduce y el amor es quien nos cuida en este camino de conocimiento”. Así rezaban nuestros ancianos curanderos cuando se referían al antiguo entendimiento de ser descendientes de los tres mundos. El mundo supremo en las alturas Jawa Pacha, el mundo interior en la profundidad Uku Pacha y el centro de nuestra vida, el mundo como lo conocemos Kay Pacha.
El entendimiento es la palabra y viene del fuego, siempre representado por los espíritus del trueno y las aves. Los sentimientos que nos permiten reconocer la materia, son de la Madre Tierra, dibujada como una gran serpiente que emerge. Nuestras desiciones hacen nuestro mundo, entre el cielo y la tierra, así como lo conocemos y lo representamos con el espíritu que creó la vida, como un Puma o un Ayapuma.
La continuidad que el aprendizaje de nuestros ancestros ha tenido, es el verdadero tesoro espiritual de nuestros pueblos. Lo que heredamos no es solo el conocimiento antiguo, también heredamos el camino que les condujo a ese conocimiento. Así el ser humano puede entender que el autoconocimiento es el camino de la libertad del espíritu, del despertar en la conciencia y de la vida armónica sin violencia. El camino que habla de aceptar y aceptarnos en la diversidad y de identificarnos con todas las formas de vida como hermanos, como familia.
De nuestros abuelos aprendimos que esas enseñanzas, sencillas y amorosas, pueden resumirse en cuatro enunciados que rigen nuestros principios y nuestro conocimiento.
Sumak Kamaña y Jatun Muskuy. Mirar el propósito en todo lo existente. Reconocer nuestro propósito personal y el de nuestra comunidad en su sagrada relación de armonía.
Jambi Kawsay. Todo es medicina. Nuestra vida es la salud, su comienzo y su fin.
Tucuy Yachay. La Naturaleza es la sabiduría, por eso es necesario conocerla y conocernos a nosotros en ella para obtener su sabiduría.
Pachamama. Reconocernos hijos de esta Madre Tierra. Nos reconocemos hermanos y parientes de todas las formas de vida existentes.
Estos principios que rigen nuestra vida, son los sagrados pilares donde se levanta la cultura y la religión de nuestro pueblo. Nuestra identidad y nuestra tradición. Nuestra comunidad y nuestra congregación.
Tukuykuna kanchi ayllu Todos somos familia Por todas nuestras sagradas relaciones. CULTURA MILENARIA, SUMAK KAWSAY