Guiados por la memoria espiritual de nuestros ancestros manifiesta en altares, símbolos, cantos y cosmogonías ancestrales, caminamos los principios del Buen vivir en la senda de la realización del ser y de la comunidad. Esto se traduce en prácticas cotidianas y comunitarias para conocer el propósito de sí mismos y de lo que nos rodea, y así construir relaciones con la humanidad y la naturaleza que propendan por la salud, el bienestar, la armonía y el equilibrio.
La cosmovisión andina nos enseña que el camino de conocimiento nos conduce al principio de reciprocidad y complementariedad, esto significa que las energías contrarias se complementan y se nutren de su diferencia, entonces, la dimensión material de la vida reconoce en la dimensión espiritual su otra parte constitutiva. Este es el fundamento de todas las prácticas individuales y compartidas, una espiritualidad con la naturaleza y en la acción cotidiana. La vida es el centro, aprendemos a vivir para aprender a convivir, el aprendizaje es una relación de coherencia entre el pensar, el sentir, el decir y el hacer.
El olvido de este principio de vida ha devenido en enfermedad, violencia y desequilibrio en el ser humano, la familia, la sociedad y la naturaleza. Nuestro aporte consiste en vivir y compartir los conocimientos del Sumak Kawsay con la humanidad, a través de espacios terapéuticos, ceremoniales y formativos.